Debo ser de ciencias : ) , porque siempre creo que todo se puede argumentar mejor desde una ecuación.
Ingresos = Aficionados*porcentaje de apostantes*volumen de juego por apostante*retención
En otras palabras: el retorno económico para el turf es el porcentaje que se retiene de las apuestas por el total apostado. El total apostado es el número de jugadores por la cantidad media que apuestan. El número de jugadores es el número de aficionados por el porcentaje que decide apostar. Y el número de aficionados… es tristemente el que es.
Maximizar el retorno económico, no porque ése sea el objetivo último, sino porque el actual no permite mantener la actividad sin subvenciones, exige repensar qué parámetros de la ecuación están a nuestro alcance.
Vital es que exista retorno económico de lo apostado hacia los organizadores. Vital y básico, aunque algunos borradores de la ley del juego casi lo tumban todo. O gestionar bien las retenciones de cada tipo de apuestas para que sean capaces de combinar un buen retorno al sector e incentiven el juego con los dividendos.
Vital es que cualquiera que quiera jugar pueda hacerlo, disponer de unas herramientas de juego ubicuas y ágiles. Con Internet, con la disponibilidad masiva de terminales móviles, smartphones o tablets, no debería ser exigencia ir al hipódromo para jugar. Incluso en el hipódromo, hacer cola para apostar debería ser un residuo del pasado; como pasar por un despacho LAE, otro intermediario irrelevante de cara al futuro si cualquiera puede apostar con su móvil.
También es requisito fundamental contar con un espectáculo interesante, limpio, un buen programa y un calendario que exprima bien las posibilidades de cada recinto como concentradores de captación de aficionados, incentivar al propietario a seguir siéndolo…
Todo esto es obvio e inaplazable. Todo. Y se están produciendo movimientos muy interesantes. En las instancias gestoras del turf más importantes, SFCCE e Hipódromo de la Zarzuela, se está trabajando con sentido, por fin. Mi aplauso sincero, frente al derrotismo y la crítica continua que reciben, frente a la ceguera de los que no parecen recordar qué se hacía antes (¿se hacía algo?).
Pero si volvemos a la ecuación, todo esto va a conseguir sólo que algún aficionado que ya lo es decida apostar, que el volumen medio de juego por apostante suba un 10%, o que se retengan unos pocos puntos porcentuales más del total jugado. Un poco más de la nada.
La conclusión es evidente: el problema fundamental sigue siendo que somos muy pocos los que nos consideramos aficionados… el parámetro que nos debe volver locos, el que nos va a exigir creatividad y debe concentrar nuestros esfuerzos de largo plazo es ése. Sin ese objetivo, todo lo demás resultará insuficiente.
Voy a tratar de apuntar alguna idea en esa línea, pero antes empezaremos a desmontar las panaceas salvadoras que se repiten como mantras, y no lo son.
[CONTINUARÁ…]