Habit

Si iba a escribir sobre turf tenía que empezar desde el principio, y mi principio fue un caballo castaño llamado Habit.

Me aficioné a las carreras en el año 84, con la campaña de promoción en televisión, con la QH, con Mendoza. Sin referentes familiares, vimos las carreras por la tele y en casa empezamos a devorar revistas sobre turf, a escuchar una jerga difícilmente digerible, a jugar unas pesetillas; empezamos a conocer a los caballos, y a entender, por encima de la belleza, que era eso que estaba pasando allí.

Habit fue caballo del año en el 84. Con un origen no especialmente destacado, y tras salir de maiden en su tercera carrera a dos años se presentó directamente en la Poule. Y ganó… y encadenó victoria tras victoria sobre los mejores milleros de la época, Cancún, Leyla, Bariloche, Colores, Rodiles, La Castellana….

Su carrera típica era eso que los entendidos llaman correr al acecho: rápido de salida, segundo o tercero en el recorrido, atacar fuerte a la entrada de la recta y decir adiós a los demás. Al final algún rematador se acerca, pero José Carlos está ya con las manos bajas y Habit dejándose ir hacia el poste de meta. Ha pasado mucho tiempo pero siempre me ha parecido que ése es el estilo con el que ganan los buenos, esa sensación a mitad de recta de que hay dos carreras, de que los demás luchan por ser segundos mientras miran respetuosos el gozoso galopar del campeón.

Habit era un millero largo, rápido y potente, y ganó 14 carreras hasta su retirada con cinco años. Míticos y dolorosos fueron sus duelos con Soudzou, que nos hizo morder el polvo varias veces a cuatro años. Pero Soudzou era sobre todo un sprinter puro que alargada la distancia y sin recibir peso acabó demostrando que era un punto inferior.  Habit era mucho más…

Con Habit soñé, gocé y sufrí. Me envenenó por completo porque con él más que con ningún otro se hacía realidad para mi eso que Savater llama el carácter trágico de una carrera de caballos; esa sensación, inevitable e inminente, de que en unos segundos habrá ganador del gran premio y ningún otro podrá serlo más. Y tenía que ser él. Pasados los años se ha convertido en un mito, digno de esta hagiografía, con gestas enterradas por el tiempo (nunca vi esa Poule, ni esa increíble victoria sobre Casualidad en 2.200 metros), digno de levantar pasiones etílicas en veladas de fanáticos pirados (“Habit o Bariloche”).

Como buen quinceañero freak, Habit pasó a serlo todo. Fue mi password en el ordenador, mi equipo de fútbol en el colegio… no recuerdo otro ídolo deportivo al que le haya dedicado tal devoción. Por un extraño concepto de la fidelidad fui siempre de Edif, de Agustín García, de José Carlos Fernández y seguidor de los hijos de Habitancum. A Habit le han seguido otros, pero los Akelarre, Teresa, Young Tiger o Abdel (cómo me recuerda a él) por grandes que fueran, nunca serán mi caballito castaño, ése que me hacía temblar los prismáticos en la recta, por el que salía corriendo al ensilladero al terminar la carrera anterior, para reconocerle allí, oscuro y guapo, con esa diadema celeste y azul, los colores de Edif.

Habit se retiró un 23 de Noviembre del 86 ganando el Antonio Blasco. Ese día celebré mi cumpleaños con mis padres en el restaurante del hipódromo. Fui feliz: ganó, corrí a tocarle en su vuelta al recinto de ganadores y fuimos portada en Recta Final la semana siguiente. He visto esa carrera mil quinientas veces y se me siguen poniendo los pelos de punta al oír los gritos de Daniel Vindel. Ya no está entre los vivos para preguntárselo, pero cada vez tengo más claro por como narraba las carreras que era claramente de los míos…

“Habit, Chikawa…  Habit primera posición, Habit puede ganar, el número 1 de Habit de la Cuadra Edif va a conseguir la victoria… ¡Habit, ganador!”.

http://www.youtube.com/watch?v=MGx6-olgEFg

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Un comentario en “Habit

  1. Me apuntan desde el foro de A Galopar que el que narra la carrera de Habit es Enrique Martín y no Daniel Vindel. Completamente cierto, pero aunque el ejemplo de carrera que cuelgo no es de Daniel, lo que afirmo sí se refiere a él. No tengo claro si Enrique era fan, pero desde luego el maestro Vindel muy probablemente era de los míos…

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