Introducción filosófica
Apostaban los primeros filósofos griegos a que la Naturaleza contenía regularidades, que dedicados a la tarea de entender el mundo era posible dar con reglas universales, contraponer a la visión religiosa o al pragmatismo del hombre de la polis el ideal del científico. En los inicios eran arjés, hermosas poesías o aforismos herméticos, luego serían lenguajes matemáticos o teoremas. Triunfaba la ciencia.
Traigo esto a colación, estimados amigos de Orange, porque entender la complejidad de su servicio de atención al cliente está resultando un colosal reto de dimensiones similares: diferentes teléfonos, departamentos dispares que no se hablan, IVRs de opciones infinitas que ni sus propios agentes conocen, riquísimos castellanos, rítmicos y melosos casi siempre, ininteligibles a ratos.
Pasan ya 35 días desde que tuve la feliz idea de abrir una incidencia por un terminal que les compré y me enviaron ustedes estropeado. En los primeros días probé a llamarles, salté de número en número, infatigable en el noble deporte de la redirección. Así, y no sin esfuerzo, supe que debía solicitar una “garantía de origen”. Así conocí a Jorge, mi gestor personal…
Nudo convergente
No voy a repetir lo que ya les he contado en otras comunicaciones, pero sí me van a permitir detallarles como ha evolucionado esta historia.
Han pasado los días. Soy sincero y confieso que durante estas treintaytantas largas jornadas he pensado muchas veces en resignarme y abandonar. En los días rojos me deprimo. Otros me impongo ser rebelde y luchar. Al fin y al cabo soy ingeniero de telecomunicaciones y seguro que tengo amigos en Orange. Además, trabajé en el sector del contact center y conozco directivos de muchísimas compañías del sector. Si hago algunas llamadas podría contar a gente relevante lo bien que hace su trabajo mi amigo Jorge.
Eufórico por ese pensamiento doy el primer paso y localizo a una amiga que trabaja en Orange. Mi compañera me dice que existe un departamento especial para casos extremos, de acceso sólo para empleados, y me hace el favor de lanzar la petición. De golpe soy consciente de que mi incidencia ha cambiado de lugar y probablemente no volveré a saber de Jorge. Tengo sentimientos encontrados…
La maquinaria de Orange se despliega en eficiente ejecución. Esta misma mañana, desayunando, me llaman de ese departamento y una chica pizpireta me dice que puedo estar tranquilo: ¡ha pasado aviso urgente a mi gestor personal! Me garantiza que él resolverá mi problema cuanto antes. Y da por concluida su gloriosa participación en la incidencia.
Se me atraganta la magdalena. Estupor: Jorge, de nuevo tú. Solos tú y yo. ¡Las múltiples ramificaciones del servicio de Orange, sistema complejo por excelencia, como la más inabarcable de las redes neuronales, converge de nuevo hacia ti! Alabado seas en tu ineficacia, Jorge, no puedo evitar proclamar al mundo que eres el “pros hen” aristotélico, esencia de las esencias, physis, aletheia y piedra filosofal de las compañías de telecomunicaciones.
Realmente no resuelves nada, pero … ¿te pagan en Orange de acuerdo a lo importante que te consideran en tu organización? Piénsalo, y no dejes de mover tu currículum…
Desenlace amoroso
Mis amigos me dicen que debería enfadarme, migrar de compañía, dejar de pagar las facturas o todas las cosas a la vez. Pero no… hoy he decidido que voy a afrontar mi problema desde el amor.
David, sé fuerte (¿a qué me recordará esto?). Si lo miras desde la eterna perspectiva del tiempo infinito este tema se acabará solucionando, y muy probablemente a Jorge le vas a acabar echando de menos… en el futuro ya me veo acogiéndome a ofertas renove de terminal que no necesito, o cambiando de tarifa sin motivación alguna, llamando ansioso al entrañable 2215 con la única esperanza de oír su voz.
Jorge, cariño, divino redentor, háblame… dime “no puedo garantizarle un plazo para la entrega del móvil” o “estamos trabajando para resolver su incidencia a la mayor brevedad”, con esa sugerente dicción, como sólo tú sabes hacerlo. Prometo escucharte con interés. Soy muy pudoroso y sé que en los días intensamente hormonados de la primavera tendré que contenerme, para que desde el otro lado de la línea no te llegue mi respiración entrecortada, para que no adivines desde la distancia que me estoy dejando ir…
¡Jorge, oh Jorge! Sigue ahí, no me solucionarás nunca la incidencia pero no dejes de hablar, sigue, sigue…
Atentamente,
David
Coda de un cliente infatigable
… si aún así tienen a bien sustituirme el terminal estropeado que les pagué, no duden en ponerse en contacto conmigo:
Línea: XXX
Cliente: XXX
Referencia de la solicitud de garantía de origen: XXX
Tu gran amor Jorge seguramente esté haciendo su trabajo lo mejor que puede y siempre estará dispuesto para ayudarte cuando llames a dicho servicio teniendo que aguantar críticas e ironías como la tuya en este momento. En fin.
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Cristina, Jorge es el blanco de mis ironías porque es la fachada que me coloca Orange por delante de un servicio absolutamente lamentable, dantesco. Sé perfectamente que él no es el único culpable: departamentos mal organizados, caos de IVRs, procedimientos absurdos que me condenan a hablar sólo con él cuando no tiene poder para solucionarme el problema.
Fíjate si es curioso que esto empieza con un mensaje que me envían invitándome a renovar el móvil… un mes, mil llamadas y mucho mal rollo después no sé si acabaré con móvil nuevo, pero desde luego no sólo no es que no me hayan fidelizado. Es que al día siguiente de resolver el problema cambiaremos toda la empresa de compañía.
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… tengo que comunicar que desde ayer tengo móvil nuevo. Ningún avance por otro lado en esta hermosa historia de amor : )
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